La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)

Moraleja.

No sé si estás hecha para mi acróbata pero tímida cintura,
lo que si sé es que yo vengo de encaje en tus desastres cotidianos
y, si andás con tu lupa de necesidades en los bolsillos,
seguro das con mis señales que son humo en tu cabeza.

Moraleja moraleja moraleja.


Dios loco te cría y ella te deja.

Llorá, bicha, llorá.


Confiá que yo te cuido.
Si total toda lágrima borra la ceniza bestial del alma...

¿Por qué no llorar a carta abierta y en mis manos?
¿Desde cuándo tragar amargo y escupir dulce?

Olvidáte  y hacé vos el caminito.
Cortáte sola pero volvé haciendo picada.
Así, llorando, desalmada
escupiendo las derrotas que supiste respirar.

Andá pero volvé, volvé sobre tu senda.
Morfáte los piedrazos, aprendé la dignidad.

¡Sacáte la careta! Todos llevamos una.

Confiá que yo te cuido.

Llorá bicha, llorá.

Nuncanismos.

Vos podés decirme NO
lo que no podés es negar la audacia con la que te quiero.
Vos podés decirme hoy no me hacés falta (te lo creo)
lo que no podés es llenar de barro la vereda de esos sueños
donde quedo sentada esperándote
porque me dejas unas marquitas con crayones
y haciendo guardia a una hormiga
que me cuenta, fiel Sherlock Holmes, el vaivén de cada lágrima y el sabor de tu sonrisa.
Vos podés decirme NUNCA
lo que no podés es saber el hasta cuándo,
hasta cuándo durarán tus nuncanismos, tu letargo.
Vos podés decirme LOCA, loca reventada y sin retorno
pero ahí vos perdés al instante,
por caradura inconsciente, por sinvergüenza constante,
por colección ignorante de tu presagio y mis deudas.
Vos podés decirme BASTA, andáte pronto, no te quiero
lo que no podés es entender que yo no puedo.


Agustina Angustia.

El clavo se cayó y con él un cuadro y la ternura.
Que no te extrañe si estorban pedazos de mis vidrios en tu suelo.

Yo no soy un almanaque de alegrías
mucho menos un par de manos ágiles
y una garganta con buenos adjetivos.

Es más
también debo confesar
que mi nombre desarmado
construye una ANGUSTIA que lastima
y que si te abrochás en silencio a mi cintura
te calzás el traje de suicida impresentable
y entrás, de golpe,
a una cueva sin retorno de razones
para evitar mis emociones
y desterrarlas de a montones.

No sonrías.
Y mejor huí que a mí se me agotaron los abrazos,
y con ellos los brazos y la dulzura temporaria que me invade desalmada.

Perdonáme
yo no quiero desarmarte
pero el clavo se cayó
y dejó todo el desastre.

Y aunque me guste tu sonrisa
¡no sonrías!

No mires mis pedazos enceguecida.

No me armes
dulce y tranquila
¡no me armes!


Yo no quiero que me des motivos y me salves.

Todo y nada.

Tendré que parpadear sin ojos y aplaudir sin manos.
Es lo que me toca por quererte sin motivos y ordenarte como a un lío.
Son las consecuencias de una ingenuidad mal construida
y de verdades rotas por la desesperanza.
Igual ¡qué más da!
Ya tengo dedos amarillos
y una espalda desacostumbrada a la sutileza del recuerdo.
Y esto sin contar el inventario de deseos que quemó tu desvarío.
¡Pobre loca reventada!
Coleccionabas despedidas y sonrisas mal trazadas,
rozabas el engaño, los temores, la ignorancia.
¿Y me importaba cuánto? ¿Cuánto?
Casi nada.
Yo te admiraba como una condenada.
Yo te buscaba idiota y desalmada,
entre retazos de personas, en miradas.
Pero vos te fuiste entera.
Te llevaste TODO.

No dejaste NADA.

Algo enorme se quebró.

Algo enorme se quebró.

Y esta vez no se trata del comienzo clave de un poema.

Algo en serio quedó roto, algo real estoy perdiendo.

Y ya no sé si mejor me voy o peor te espero.

Todo en la conciencia me da vueltas,
grito, lloro, salto y me desprendo.
Caigo en el asfalto y no lo siento.
¡Miento! “¡Estoy feliz!” y “¡Te comprendo!”

Cinco, seis o siete corazones
pujan por frenar el desconcierto.

No sé si alcanzan,
si están a tiempo.

No sé si saben,

me estoy muriendo.

Detalles.

No soy de ningún palo
pero tengo todas las astillas.

Ay.

Si la palabra PACIENCIA
fuera un color
combinaría con todo.

El lenguaje es otra piel.


Puedo ser toda la luz en este preciso instante.
Porque podés herirme y porque puedo perdonarte.

Porque podés borrar tu cara y porque puedo dibujarte.

Porque puedo recordarte.

Porque puedo liberarte.

Porque puedo incinerarte.

Hasta dejarte hecha ceniza o hasta sentirte la emigrante,

de todos los sueños de mi vida,

de toda la vida de mis ojos,

de todos los ojos de mis calles.

Puedo ser toda la luz en este gatuno instante.

Pero me corresponde, amor de siglos,

cerrar todas las puertas y apagarte.

Porque dolés entera en cada fibra del buen arte,

porque dejás mis manos todas sucias y expectantes,

porque no puedo tocarte, porque no puedo tocarte,

porque soy de otra colmena
y porque no

de alcanzarte.


Me dejás analfabeta y te descubro sin mirarte.


Maldita idiota , tristeza inerte, piel de diamante.

Llegando.



¿De qué me sirve esto de sentir a flor de piel?
¿de qué me sirve esto de llevar el amor en la palma de la mano?
¿de qué me sirve esto de no esperarte, si aún no esperándote, supongo que deberías de estar siempre llegando, a esos rincones que elegís intermitente, porque ves siglos de dilemas en fantasmas?

Demasiado tengo yo con mi cabeza y su elegancia,

de papel pintado a mano, pinturita idiosincrasia.

No me aguanto cuando siento que al renglón lo dejo solo.

No me gusta que vos pienses que soy pupo de mi ombligo.


¿de qué me sirve, después de todo y además, ser testigo de todos si no te-me tengo acá conmigo?

¿de qué me sirve esto de ofrendar la sonrisa, más allá de dar los dientes destartalo, si tu tristeza me aplasta, si te desprendo y te traigo?

Me abrió todas las puertas y no pretendo encerrarla.


Vi su cara de tristeza y sentí que tenía que ponerle una, dos o tres sonrisas.
Me abrió todas las puertas y no pretendo encerrarla.
Solamente quiero darle lo que encienda sus adentros.
Una antorcha de a palabras que ilumine sus silencios.
Quizás algo que refresque las paciencias que no viste.
Vendavales de aventuras socorriéndote en el tiempo. 


Vi tu cara de tristeza y no me importan los momentos.

Sos eterna mientras vivas
¡y no sos nombre! ¡y no sos viento!


¿Te das cuenta? A mí me encanta tu argumento.