La poesía me salva. Pero no es gratis ese milagro. La pago minuto a minuto con la aceptación obscena de mis temores y mis deseos. (Valeria Pariso)
"Para mí
 cualquier lugar es mi casa
si sos VOS la que abre la puerta."

Quiero tener cara de poema.

Quiero tener cara de poema.
Y que mis manos sean un sol de otoño a las cuatro de la tarde.
No me hagas entrar en el juego indigno de tener que mentir.
Aceptáme oscura y luminosa.
Con ganas de irme para siempre y con ansias de quedarme a ver qué pasa.
Quiero ser agua.
Y caer sobre el cuerpo de un árbol sucio hasta dejarlo blanco.
Por favor.
No me hagas hablar de lo que hago.

Podríamos.

Podríamos.  Tus ojos. Mi lengua. Vestidos. Manos abiertas al sol. Luna. Noche. Gritos. Podríamos. Estamos. Deberíamos. No sé dónde. Hay un lugar. Pieles. Voces. Besos. Dientes escondidos. Cielo blanco. Tacto puro. Te quiero. Te quiero. Te busco. Me pierdo. Tus piernas. Tu espalda. Un mate dulce, una piedra, una espina. Ay, una espina. ¿Dónde? ¿cuándo? ¿para qué? El olvido no existe. Los relojes muerden. No leo. No llego. No estoy. Miráme. Te cuido. Hay manos. Stop.

Con (fe) fusiones.

I

¿qué hago?

¿me quedo acá?
¿la poesía es mi lugar?
porque hay silencio
mucho silencio
y hay ojos apuntando hacia el lugar donde se forman los jardines prohibidos
y hay una nena con mi cara
que quiere ser amada
pero que también quiere huir hacia la nada
no me puedo decidir
¿me interesa la vida o sólo me quiero escapar?



II

¿qué hago?
¿me voy por las ramas?
¿me bajo del árbol?
¿la poesía es mi lugar?
porque hay palabras
muchas palabras
y todas dicen lo mismo:
te quiero dulce
como un guaymallén triple comprado en el kiosquito de la cuadra
inquieta

como los perros del barrio
y banana

como una canción de Cristian Castro
"están lloviéndo estrellas alrededor de mí"

Nosotros, los pobres.

Nosotros, los pobres, caminamos.
Nosotros, los pobres, usamos nuestros pies.
Y, a veces, hasta nos bañamos en el mismo río.
Las cosas no cambian y es largo el camino.
Nosotros, los pobres, decimos de sobra la palabra "esperanza"
y nos sentamos con un mate en la mano
y contamos desdichas.
Nosotros, los pobres, no siempre tenemos tiempo para amarnos.
Sucios, desprolijos, cansados.
Agitamos las banderas del hambre, convidamos tostadas y nos abrazamos.
Queremos encontrar un punto donde todo sea blanco.
Nosotros, los pobres, esperamos.